Re: El patio interior [ZdR]

**Kahlan Ionevna** Lun Ago 24 2009, 10:05

Camino hacia el patio con la esperanza de que el frío del sótano desapareciera con la calida brisa del exterior, en otro momento había vuelto a subir a la muralla, pero no se sentía con fuerzas de subir los cientos de escalones para llegar hasta arriba, necesitaba entrar en calor y respirar aire fresco en lugar del aire viciado del castillo y eliminar los olores dulzones del vino que parecían habérsele quedado grabados en la nariz. Con sus ansias de salir, casi no se da cuenta del pequeño que había en el patio, y por poco no choca contra él.

Desde que había llegado a ese lugar, se sentía extraña, en el exterior nunca le habría pasado desapercibida la presencia del niño, ni de Luna que se encontraba a su lado, ella siempre tenía los cinco sentidos alerta, era algo necesario si querías sobrevivir en el bosque, pero allí en el castillo se distraía con facilidad. - Lo siento no te había visto - se disculpo con el niño a pesar de que no le había tocado, y volvió el rostro hacia Luna con una sonrisa - Hola de nuevo, parece que siempre terminamos encontrándonos - comento de forma amistosa. Se pregunto dónde estarían Roger y Leonore, y de pronto se sintió avergonzada pensando más de la cuenta en el apuesto muchacho, no debería importarle donde estaba, e intentó convencerse a si misma que su curiosidad se debía sólo al hecho de que era de los pocos que conocía en el castillo.

Volvió a centrar su atención en Luna, quien también ejercía una extraña influencia en ella, por un lado todos sus sentidos la prevenían de algún tipo de peligro, como cuando había algún depredador cerca en el bosque, pero por otro lado también la invitaban a permanecer a su lado, no lograba entender esos sentimientos pero se convenció a si misma que se debía a su falta de experiencia con la gente.

**Mérode D'Orthonion** Dom Sep 06 2009, 17:07

Ethnos S. Teodragos escribió:En su interior casi se podría ver una lengua viperina, siseando y saliendo fuera de su retorcida y cruel boca, aunque lo único que exterioriza es una sonrisa tranquila seguida de un asentimiento antes de aproximarse a ella, situándose a su lado, y echando a andar a su mismo ritmo mientras su mirada se eleva más allá de las columnas del patio, aunque sus otros sentidos esten totalmente, pendientes de ella.

- ¿Qué queríais decirme...antes? -pregunta pausadamente con interés en saber como funciona la mente de su víctima, aunque sepa sus aptrones de comprotamiento, siempre puede llegar a sorprenderlo.

Y, sin embargo, ella siempre se ha mostrado demasiado fiel a sus primeros impulsos. Su comportamiento es mecánico, por completo instintivo, y ello, lejos de hacerla misteriosa o inquietante, la convierte en el ser más indiscreto y predecible de todo el planeta. Permanece callada durante varios segundos, siendo las pisadas de ambos el único sonido que perturba la quietud y el silencio de los pasillos. Retorciéndose las manos y lanzando miradas esporádicas a las alas de oscuridad que Salem luce en su espalda, idénticas a las suyas pero, desde su punto de vista, mucho más espectaculares, apenas es consciente de que hay una baldosa fuera de su sitio hasta que se tropieza con ella. Da un saltito, aterrizando de pie gracias a su agilidad sobrenatural, aunque el incidente hace que se detenga.

- Salem... -murmura, sin tener ni idea de cómo abordar el tema. Por fin, se atreve a mirarlo por el rabillo del ojo, apenas una fracción de segundo antes de volver a centrarse en sus manos entrelazadas- Tú... ¿Cuánto llevas siendo un... demonio?

**Ethnos S. Teodragos** Lun Sep 07 2009, 01:42

No se le pasan desapercividos sus inquietos movimientos ni mucho menos sus fugazes miradas a su persona. Podría incluso decirse que adora su actitud, sus párpados al deslizar los ojos de un lado al otro, sus mejillas al sonrojarse, su actitud tímida y sumisa.

Lo adora todo de ella. La venera de una amnera casi enfermiza que hace que ahora mismo este allí a su lado, paseando y no cogiéndola por el pescuezo y estámpandola contra una columna para subir sus harapos y profanarla. Pero sin embargo ha decidido esperar, paciente y masoca a que ella caiga voluntariamente. No puede evitar alcanzarla y posar una mano delante de su vientre, cuando tropieza para evitar la caída. Como si fuese un impulso natural no permitir que nada le cause daño excepto él.

La mira, deteniéndose él también y vollviéndo a dejar caer el brazo. Escucha su pregunta y cambia su sonrisa educada por una más triste, por supuesto, fingida.- Demasiado... -dice casi en un susurro, en una actuación para en parte tocarle la fibra sensible y ganarse poco a poco su confianza.- Fue mi padre. -suelta como colofón final alzando luego los ojos y sonriéndole.- Pero prefiero que no... ¿Tú?

**Mérode D'Orthonion** Lun Sep 07 2009, 16:53

Las palabras de Salem caen sobre ella como una manta cálida y mullida en una noche despiadada de invierno. Bebe de ellas como si se tratasen de agua en el desierto y, por alguna razón que en un principio no comprende, la hacen sentirse mejor. El hecho de que el muchacho haya podido sufrir igual que lo hizo ella, pese a que suene terrible, la hace sentirse aún más cerca de él, aumentando esa sensación de que, aunque haya dado con él hacía menos de una hora, le conoce. Alza sus manos entrelazadas para situarlas bajo el mentón ante su revelación en un movimiento fugaz e instintivo, casi asustada.

- Oh, Salem, eso es... -'terrible', diría. Pero no quiere hacerlo sentir peor, ingenua de ella, por lo que deja la frase en el aire. Obligándose a sí misma a hacerlo, vuelve a atreverse a mirarle, clavando sus ojos azules en el rostro paradójicamente angelical del chico. Casi puede oírse el débil suspiro que exhalan sus labios, antes de despegarse para hablar- Yo... Ni siquiera lo recuerdo. Sólo sé que fue hace más bien poco -el tema la entristece, pero se siente extrañamente reconfortada al saber que no es la única. Sonríe con levedad, melancólica- Suena estúpido, pero ¿sabes? Echo de menos la humanidad. Echo de menos crecer, y... cambiar, y... -su voz es ahora un susurro apenas audible- Si pudiera... encontrar a los que me hicieron esto.

**Frédéric E. Legendre** Mar Sep 08 2009, 19:44

Ekaterina Medvénev escribió:La verdad es que el hecho de que Frédéric la mirase tan fijamente la inquietaba. Aquello sólo lo hacía Stephano. Se revolvió un poco, algo inquieta. Escuchó entonces la historia, prestando la máxima atención. No pasó pro alto aquel tono que usó en su relato.

- Vaya... -comentó. Por una parte se sentía satisfecha por haber conseguido las respuestas que deseaba pero por otra parte un pequeño sentimiento de culpabilidad se creó en su interior al darse cuenta de que había removido algo que hubiera sido mejor no tocar. Observó entonces cómo el rostro de él cambiaba al haberla escuchado. Carraspeó un poco y desvió la mirada hacia el cielo, pidiendo ayuda y consejo a aquellas personas que, supuestamente, se encargaban de guiarles- Sí, eso es lo que debería hacer... -comentó, bajando la vista después.

Desde que había entrado en el castillo había ansiado encontrar a Stephano y, una vez que lo tenía con ella, sus pensamientos cambiaban por completo, dejándola algo descolocada. Claramente, la presencia de Frédéric no hacía más que hacer que sus pensamientos cambiasen constantemente y eso no favorecía a la unión que habían llevado meses atrás sus padres y los de Stephano.

-Menuda lástima...- murmura él, llegando incluso a levantar la mano para intentar rozar su mejilla. Por suerte, o por desgracia, quién sabe, se lo piensa mejor al recordar lo que segundos antes le ha dicho y decide apartarla, dejando caer el brazo lentamente. La tristeza aún se mantiene reflejada en su rostro, esto de saber que la muchacha que ha vuelto a despertar en ella algo que creía muerto está prometida le ha caído como un chorro de agua fría.

Pero, pese a todo, él no se hace atrás. Los principios son los principios pero él necesita saberlo, saber si ella quiere o no, si ella está preparada para éso o no. Quiere saber si con lo que ya tiene programado hacer con su vida la hará feliz o no. Aunque las opciones sean irse a vivir con un humano o con un vampiro, él preferiría mil veces lo último a verla fallecer después de haber malvivido tantos años.

-¿Está seguga de que quiege haceglo? - inquiere, finalmente. Fija los ojos en los de ella, esperando la respuesta con impaciencia.

**Ekaterina Medvénev** Mar Sep 08 2009, 23:19

Mantuvo la mirada baja, clavando sus ojos en el suelo, frío y liso. Por un momento estuvo a punto de repetir ella misma ese "menuda lástima...", pero se contuvo, mordiéndose el labio inferior a la vez que un torrente de emociones y pensamientos la bombardeaban. Alzó la vista al mismo tiempo que él levantaba la mano, para bajarla segundos después. Suspiró, más confusa aún que antes.

Reuniendo un poco de valor se atrevió a mirarle a los ojos, viendo reflejada su tristeza en ellos. Peor se sintió entonces. Y esa sensación que la recorría por dentro no mejoró al escuchar su pregunta. Tragó saliva, algo tensa. ¿Quería casarse con Stephano? Un mes atrás habría respondido con rotundidad que sí pero ahora no se encontraba tan segura como para dejar escapar de sus labios ese monosílabo. Finalmente negó con laabeza, bajando la mirada de nuevo.

- No.

**Ethnos S. Teodragos** Miér Sep 09 2009, 01:14

Observa con detenimiento sus movimientos grabándolos en su retina, para deleitarse posteriormente con su comprensión, su tristeza y su pena. Es algo que realmente lo llena, la pieza que le falta a su rompecabezas personal para sentirse completo de un modo tan sádico y cruel que se sorprende a si mismo de satisfacerse con semejantes delicias. Solo una sombra de lo que de verdad podría obtener poseyéndola violentamente y después hacerla pedazos. Pero no, se conforma con aquello, como si el regusto amargo del premio final, lo mantuviese en vilo hipnotizado.

Clava sus fríos y taladrantes ojos en ella, y por un momento se puede atisbar en ellos toda la maldad que engendra en su interior, pero pronto vuelve a sonreír acercándose a ella para coger con suavidad una de sus delicadas manos y alzarsela hasta sus labios y rozarla suavemente.- No debes preocuparte, ahora solo queda seguir mirando al futuro. -dice con milimetrado cuidado, escogiéndo sus palabras con esfuerzo al sentirse arder cuando el tema de conversación se desvía al dia que ella paso a ser su todo.- Es mejor... no recordar. -reitera volviéndo a seguir con su caminar, en parte absorto por aquella noche en que presenció su conversión y en parte autocontrolándose para no excitarse demasiado con el simple recuerdo y tirar el plan por la borda.

**Frédéric E. Legendre** Miér Sep 09 2009, 01:41

Se queda admirando su rostro, pensativo. Necesita saber la respuesta con urgencia, cree que si no lo sabe podría llegar a cometer algún acto no conveniente. La alegría que llena su mente en el momento en el que ve y escucha como niega rotundamente no podría compararse con otra cosa. Esa simple palabra ha hecho que en su cerebro se termine de despertar una parte que llevaba siglos dormitando, volviendo a aflorar a la superficie.

-Y, si no considega que segía muy ggosego que me metiese... ¿A que es debido esto? ¿Es que antegiogmente no lo amó? ¿O es que hay algo que se ha integpuesto entge ambos?- la mira fijamente, esperando nuevamente una respuesta a sus preguntas.

**Ekaterina Medvénev** Miér Sep 09 2009, 15:27

Despegó la mirada del suelo al notar los ojos de Frédéric clavados en ella. Ladeó la cabeza suavemente, girando después un poco hasta quedar apoyada en una columna, con los brazos cruzados y el ceño fruncido.

- No... No lo sé -declaró, suspirando de nuevo después. Todo se volvía bastante complicado. Puso un poco en orden sus ideas, antes de hablar-. Conozco a Stephano desde que tengo uso de razón. Nuestros padres nos prometieron hace poco y la verdad es que ninguno de los dos nos opusimos. Pensamos que podríamos ser feliz juntos ya que así ha sido siempre... -tomó un poco de aire para proseguir después- Pero ahora no estoy segura de que vaya a pasar lo mismo... Por que has... has aparecido tú -dijo, contrariada ante esta aclaración.

Siempre había creído que pasaría el resto de su vida con Sthepano, siendo feliz. Incluso cuando había entrado en el castillo sufrió su ausencia como nunca había sufrido la de nadie, pero entonces apareció él, cambiándolo todo por completo...

**Mérode D'Orthonion** Miér Sep 09 2009, 16:20

Durante los pocos segundos que ambos permanecen callados, antes de que él conteste a su tan íntima confesión, aprovecha para sumergirse en sus ojos, que destilan comprensión y bondad... hasta que, de repente, esos nobles sentimientos se ven sustituidos por algo mucho más oscuro, maligno, que la expulsan de ellos con brutalidad. Parpadea, asustada, pero para cuando vuelve a fijarse en él, ya ha vuelto a ser el de siempre. Apenas escucha sus palabras, demasiado concentrada en cercionarse de que no es cierto lo que ha visto para, finalmente, concluir en que se lo ha imaginado. Al fin y al cabo, ¿cómo podía algo tan hermoso albergar esa maldad en su interior? Tonta de ella, no ha tenido en cuenta su evidente y ya declarada naturaleza demoníaca.

- El... futuro -repite, con la voz ligeramente temblorosa, planteándose esa posibilidad por primera vez en mucho tiempo. Reanuda el paso, acelerando algo más de lo habitual para adaptarse al elegante ritmo de su compañero- No sé... -cavila, sin saber qué decir. Después de tantos meses sola, vagabundeando por las calles, por fin ha encontrado alguien que la escucha, que la comprende. Y, expulsando esa levísima vocecilla en su interior que le prohíbe continuar hablando, prosigue, en un tono de voz apenas audible- si podré. Sólo puedo pensar en aquel día... cuando perdí lo único que me quedaba. Mis padres y mi hermano habían desaparecido, y casi puedo asegurar que fueron asesinados por aquellos demonios. Y yo... -su voz se quiebra, dificultándole hablar con claridad- ¿por qué yo, Salem? ¿Qué... querían de mí?

**Frédéric E. Legendre** Miér Sep 09 2009, 22:25

Escucha sus palabras con atención, quedándose aún más sorprendido de lo que estaba ante lo último que emiten sus labios. Increíble pero cierto, parece que sus deseos se están empezando a cumplir. Después de años y años buscando a alguna compañera con la que compartir el resto de su vida al fin la ha encontrado, aunque no sabe si ésta querrá mantener su condición de inmortal o no. Eso ya se sabrá en un futuro.

-Está... ¿Seguga de lo que dice? - hace la pregunta más tonta y típica que podría habersele ocurrido en estos momentos.- No puedo cgeelo, se me hace extgaño podeg imaginaglo.

**Ekaterina Medvénev** Lun Sep 14 2009, 19:32

Asintió con la cabeza, recordando lo que le acababa de decir a Frédéric. Ahora mismo se encontraba tan segura de lo que había dicho que hasta pondría la mano en el fuego por ello. Se tapó un poco más con aquella suave bata, tras unos segundos en silencio.

- Estoy segura... -¿que se le hacía extraño poder imagiarlo? Quizás a ella se le hacía más extraño aún todo aquello- Es hora de que vuelva a mis aposentos. Se ha hecho un poco tarde -dijo, calculando que habría pasado un buen rato desde que había salido al patio.

**Frédéric E. Legendre** Lun Sep 14 2009, 21:57

Se queda unos instantes absorto tras haber escuchado sus palabras. Ella y la relación con el que es su prometido, estropeada, si es que se puede considerar así, porque él haya encontrado en ella algo que hacía tiempo que buscaba. Aunque, mirándolo desde otro punto de vista, tampoco toda la culpa es suya. Si ella no estuviese dudando entre él y Stephano... Sale de sus cavilaciones cuando la palabra "volver" es emitida por los labios de Ekaterina.

-Oh... Cgeo que segía pgudente, pgonto se hagá de día y no es conveniente que el sol me encuentge aquí... - empieza a explicar, aunque cree que con eso ya basta para entenderlo todo.- ¿Quiege que la acompañe? Paga mi segía un placeg...

**Ekaterina Medvénev** Miér Sep 16 2009, 20:25

Asintió con la cabeza a sus palabras, totalmente de acuerdo. No convenía que la pillaran fuera de sus aposentos compartidos fuera de horas y, ahora que sabía lo que era Frédéric, menos convenía que él estuviese expuesto de esa manera tan imprudente.

- ¿Acompañarme? -preguntó. Sí, aquello la había pillado desprevenida. Asintió de nuevo, esbozando una tímida sonrisa después- Claro, me encantaría -dijo, inclinando un poco la cabeza y extendiendo levemente el brazo, esperando que aquel hombre tan caballeroso decidiese ponerse en marcha.

**Frédéric E. Legendre** Sáb Sep 19 2009, 00:25

Y sin más complicaciones coge con delicadeza el brazo de ella y coloca el suyo en torno a éste en un gesto caballeroso. Los viajes costumbres nunca se pierden, y mucho menos si se trata de una persona que en el pasado fue criada con lo mejor de su época y llegó a ser un importante noble en su tierra.

De ésta manera, con los brazos entrelazados de forma sutil, Frédéric y Ekaterina se encaminan hacia el lugar que les corresponde. Ya no falta mucho tiempo para que se haga de día, de forma que vale más evitar la exposición y conseguir algo en su favor.

Ésta noche se han dejado claras muchas cosas.

**Ethnos S. Teodragos** Dom Nov 01 2009, 03:03

Aminora su paso de una forma totalmente disimulada, captando por todos sus sentidos, que son como sensores que la detectan a la milla, que ella lo sigue y se situa junto a él. Ha dejado que lo alcance para así poder disfrutar (aunque sea a través de ese vello que tiene ahora de punta gracias a la endorfina de placer liberada por el recuerdo) de la presencia de Mérode. Mantiene el misterio sin dirigirle una sola mirada, haciendo que ella misma se retraiga y se sienta mal por mover ciertas cosas que a él, en absoluto le han hecho daño o importando lo más mínimo. Su gozo es tal que siente la tentación, (cosa que ella es siempre y cuyo nombre ha adoptado para la chica en secreto), de s¡seguir metiendo el dedo en la llaga hasta hacerla caer de rodillas sobre el camino de piedra, dejandola desámparada y completamente indefensa ante sus propias debilidades.

Aunque para su propia sorpresa mantiene la sangre fría y con ello su retorcido propósito en marcha. La deja hablar, manteniendo los labios fruncidos en una suave pero tersa línea, que se debate entre hablar o dejarla acabar. Por un momento la sangre le hierve al oírla hablar así, tan desgraciada... Tan poca cosa. Siente la necesidad de girarse y abofetearla, de hacerle besar los pies a los demonios que la liberaron de la vida de míseria que llevaba, que le otorgaron semejante don, retorciendose sus entrañas al ver la consideración que tiene de la bendición con la que ellos la dotaron. Sin darse cuenta sus pasos se han acelerado, de la propia rabia y su controversia mental. Ante el último aliento, el último quejido de Mérode, se detiene.

- ¿Es que no lo entendeis? -Lentamente se gira, dedicándole una mirada lejana pero cargada de sentimientos por el momento, ocultos-. ¿No lo veis? -Se acerca con una asombrosa parsimonia, como si cada paso fuera milimétricamente calculado, pues un fallo por su parte y todo se desmoronaría como un castillo de naipes ante un simple bufido. Se detiene frente a ella y con una delicada brusquedad, siempre contradictorios, le alza la barbilla para que lo mire directa y descaradamente-. Sois hermosa... Ellos querían inmortalizar lo dulce, querían tener ese encanto del que ellos carecieron al convertirse, mancillar lo inocente, pisotear lo bello, simplemente querían teneros.

**Mérode D'Orthonion** Dom Nov 29 2009, 20:16

Mientras hablaba y desnudaba su alma revelando a su confesor todos esos sentimientos pesimistas que amargan su realidad y su existencia, que la hacen infeliz, no se ha atrevido a levantar la mirada del suelo. Salem es capaz de liberar un torrente de sensaciones contradictorias que bañan su interior, sensaciones contradictorias como la necesidad de tenerlo cerca, desatando esa extraña fascinación hacia él que en el breve período de tiempo en que se conocen ha logrado sembrar; pero al mismo tiempo le teme. Teme su condición sobrenatural –estúpida de ella, no se ha parado a pensar que en teoría ella está a su altura, puesto que pertenecen a la misma especie-, y aunque de manera absurda confía plenamente en él, no deja de inquietarla.

De repente, el ritmo de su compañero se acelera, y ella se ve obligada a avanzar más deprisa para no quedarse atrás. Deslizando los pies por la fría piedra, correteando de esa forma característica suya, tan perezosa, va maldiciéndose a sí misma por haberle dicho nada. Y es que lo ha ofendido. Ha podido ver su expresión durante un segundo, un gesto tenso, casi airado. Quizá lo haya fastidiado todo. Quizá le haya hecho rememorar el momento de su conversión, mucho más duro que el de ella misma. Total, de todas formas ella apenas se acuerda. Quizá Salem eche a correr y se encierre en su habitación, deseoso de librarse de una compañía tan mojigata, y quizá… quizá nunca lo vuelva a ver. Ése último pensamiento la hace despegar los labios, dispuesta a llamarlo, pero su voz se quiebra en su garganta cuando él se gira repentinamente hacia ella. Y su reacción, en lugar de avanzar hacia él también, es pararse para aguardarlo así, clavada en el sitio, con los ojos brillantes y muy abiertos.

Casi se siente desfallecer cuando el demonio alza su barbilla para obligarla a mirarle, aturdida ante tan cerrada cercanía. Pero lo que verdaderamente la golpea son sus palabras. Cuando él se calla, y contra todo pronóstico, sus suaves facciones se endurecen, en una apenas perceptible mueca de rabia.

- No he vuelto a saber nada de ellos desde entonces –susurra, y su voz apenas tiembla-. Si tan orgullosos están de aquello, que regresen y contemplen su obra.

**Ethnos S. Teodragos** Dom Ene 03 2010, 20:56

Un suave destello de orgullo hierve en su interior al ver como la que considera una muñequita rota, frágil e insegura, recobra parte de esa ira enterrada en algún lugar, demostrando así el odio que tiene hacia sus creadores. Hacia él en parte. No puede evitar que una semisonrisa cruel, pero fugaz, tironee sus labios de sádico placer. Le ha gustado. Y mucho. Ese nuevo detalle que desconocía de la chica, a la que cada vez se muere más de ganas de poseer de confesarle la verdad y destruirla a su antojo. Pero no. Nuevamente se rectifica a tiempo, tornando la sonrisa dulce y casi tranquilizadora. Aunque detrás del azul cándido que destilan sus iris se encuentre el metal al rojo vivo, deseoso de contemplar esa furia escondida en su presa. En su Mérode.

- ¿Nunca te sientes observada? -pregunta con una fría calma, que pretende envolverla pero que a la vez siembra la duda en ella-. ¿Crees que fue un simple error por diversión? Esas criaturas... -se calla a tiempo, fingiendo culparse por sus siguientes palabras- eso que somos, lo hacen todo calculado. Te eligieron. Y seguramente aún ronden cerca. Igual que a mí. Sin que nosotros tengamos el más mínimo conocimiento de ello. Pero algún día, serán ellos los presos en su propia maldición -la insta con vanas esperanzas dejando caer la mano que le sostenía el rostro para apartarse con un gran pesar que no siente en absoluto.

- Yo estaría orgulloso, pero no de mí mismo -finaliza en un halago velado, intentando reparar en parte el daño que pueda haber causado en la débil confianza que está depositando en él.

Contenido patrocinado

Lun	Mar	Miér	Jue	Vie	Sáb	Dom
				1	2	3
4	5	6	7	8	9	10
11	12	13	14	15	16	17
18	19	20	21	22	23	24
25	26	27	28	29	30